Acostumbrados a las entradas llenas de vitalidad que suelo escribir, a lo mejor esta os resulta extraña y fuera de lugar, puesto que lo que os voy a contar no tiene nada de espectacular ni feliz, al menos en un principio.
Pues bien, hoy llegaba a Madrid, después de un viaje de dos semanas en Reino Unido, y, que se espera uno al llegar? Pues claramente a sus amigos llamándole o preguntando si puede quedar para verle, nada más lejos de la realidad. Ni una llamada, ni un sms, ni un mísero whatsapp interesándose, más bien los tuve que mandar yo. Pero bueno, aquí uno todavía piensa que no pasa nada que no se habrán dado cuenta, así que se dirige a su urbanización feliz de que algún amigo salga a la puerta a saludarle, pero que pasa? que llegas y a nadie le importas. Llegados a este punto y tras conectarse a las redes sociales y que nadie te haga caso, te preguntas si tienes amigos o si la gente te quiere por el interés. Pero aquí no acaba la cosa, tras haber planeado quedar con unos amigos toda la tarde, resulta que hasta las ocho no pueden quedar, y que toca? pues quedarse en casa hasta las 8.
Bien, a partir de aquí las cosas mejoran, pensaréis, y sí lo hacen. Hay risas, conversaciones, sonrisas y gritos. Abrazos y saludos. Pero cuando llega la hora de despedirse, vuelva esa soledad incontrolada, esa que se agarra al corazón y no lo suelta. Y por que vuelve? os preguntaréis, vuelve porque una de mis mejores amigas, la cual tenía que contarme una cosa súper importante, no se digna ni a dirigirme la palabra. Me meto en casa, triste, en soledad y sintiéndome fatal, y entonces suena, el sonido de un nuevo whatsapp, y me llega un mensaje, preguntándome que qué tal estoy, preocupándose por mí, haciéndome reír y sacándome la sonrisa que tan oculta estaba en mi cara, haciendo que por un momento me olvide del mundo y me quede mirando la pantalla de mi teléfono, ese escribiendo que se mantiene, deseando que llegue ese mensaje, para que la magia continúe y no se me borre la expresión de felicidad. Porque esos son los amigos que valen la pena, los que se preocupan por ti y porque estés feliz. Espero que todos tengáis uno o varios amigos así, y que los queráis tanto como yo quiero a mi amiga.
Decir solo que la siguiente entrada ya será normal, y que en esta lo siento pero no hay fotos.
Sonreid, sonreidle al mundo, y que la gente que os hace daño se den cuenta de que no te van a quitar tu sonrisa. Porque eres feliz, y eso es lo único que importa.
Se os quiere, seguidores.
Hasta la próxima entrada.
Att. Javi del Nogal (@Javinogal7)
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